lunes, 6 de septiembre de 2010

¿Otro modelo de mujer?



Es fácil apelar a los sentimientos. Un anuncio así puede llevar a equívocos. Qué feminista ¿no? otro modelo de mujer, una muñeca con un vestido para tirarse en la plaza de La Latina, con el pelo oscuro y coleta. Eduquemos así a las niñas. Pero no nos engañemos, el trasfondo lleva implícito como siempre, el mismo machismo de siempre.

Para empezar, el producto. Pavofrío. Producto light para mantener la línea. Con eso quieren alimentar otro modelo de mujer... preocupada por las calorías. ¿Ése no es el modelo de mujer de siempre? ¿El de una sociedad machista, dominada por los hombres, en el que ninguna mujer autosuficiente se identifica? Es genial la idea de pegar el cambiazo a la muñeca, pero si lo que se anuncia es un proyecto feminista con fundamento, o ni siquiera algo tan diferente, podían haber anunciado el mismo pavo, sin que fuera light. Por no comentar que sea ese producto el que le acompañe en el diseño del otro modelo de mujer.

Y bueno, si se quedara en un anuncio, no sería preocupante. Lo que me preocupa es que se cree una moda, con este tipo de anuncio, en la sociedad publicitaria falocrática en la que vivimos. Ya lo ha hecho Danone, con los Activia.



No es un producto light el que me va a llevar a darle el beso al príncipe, o a romper con los moldes de la mujer modelo que marcas y marcas promocionan hasta ahora. Eso es algo que conseguimos con la educación, con la lucha de personas feministas contra la desigualdad, y la discriminación por razones de sexo. Me da miedo que se promocione un modelo falso a medias, en el que nos dejen una pequeña parcela de libertad en la que somos atrevidas, besamos al príncipe y ya no nos vestimos con escotes perfectos y tacones, pero seguimos cuidando nuestra talla 36, porque al hombre de nuestros sueños -que en ésta sociedad, somos para lo único que estamos creadas todavía- no lo vamos a encontrar en una 40. Me provoca temblores. Yo no tomo productos light, y el objetivo de mi vida no es encontrar al hombre de mis sueños. Y si los tomara lo haría por mí. Si el anuncio fuera de hace diez años, sería un paso adelante en la lucha feminista. En el 2010, es un fallo más en un mundo en el que los derechos de la mujer poco importan, y en el intento por la igualdad no hay más que pasos en falso, y disfraces en busca de votos.

Aunque hay una cuestión mucho más profunda en esto del engaño feminista. La Educación. Con mayúsculas. Porque la niña que va al supermercado sigue buscando una muñeca. No un coche, ni un mecano, o un barco pirata. No, una muñeca. No tiene nada de malo. Nada que a las niñas les regalen muñecas y a los niños balones de fútbol, hasta que la muñeca lleva implícta el concepto de princesa esperando a príncipe, de sexo débil en busca de héroe que le salve. Mientras el barco pirata tenga un capitán que salva princesas de sus tristes destinos, más que cambiar la sociedad, caminamos hacia el pasado. Superados los traumas de la mujer que no puede viajar sola o abrir una cuenta en un banco, nos creemos que la igualdad es una realidad, y su Ministerio innecesario. Pero siempre fue más eficaz entretenerse en debates tan nimios como el burka, las operaciones de estética, o lo idóneo o no de una política de discriminación positiva. Decisiones inmediatas para problemas superficiales. Porque para algo tan complejo, profundo, y por tanto, a largo plazo, como clases de teoría feminista en los institutos, hacen falta más de ocho años de legislatura, y no da tiempo a recoger los frutos, quiero decir, los votos.

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