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miércoles, 4 de mayo de 2011

Por qué esta sociedad no me representa

Vengo constatando, de un tiempo a esta parte, un alejamiento cada vez más profundo entre la sociedad, y yo. Y hablo de mí porque no me siento legitimada para extender esto al resto de los jóvenes como grupo, aunque como "bobo es el que piensa que los demás no piensan (del verbo pensar, no de opinar) igual que él", imagino que será algo común. Y voy a referirme a ejemplos más o menos concretos para no convertir esta entrada en una divagación.

Por reciente: la muerte de Osama Bin Laden. Quiero pensar que de haber ocurrido dentro de cincuenta años, cuando las generaciones que no hemos vivido guerras y no tenemos por tanto, heridos profundas y odios en lo más profundo del ser, no hubiéramos decidido aparecer en su casa para matarlo delante de sus hijos, los niños no tienen la culpa. Y no lo habríamos matado, sino que lo habríamos encerrado bajo siete mil llaves. Esto tenía que decirlo porque me reconcome.

Los medios de comunicación. Hace poco escuchaba una tertulia en la SER sobre Twitter. Discutían sobre si era un medio democratizador verdadero, sobre si lo que alguien famoso escribía tenía relevancia y repercusión o no. La tiene. Es un debate obsoleto. Los TT como #democraciarealya, entre tantos otros, deberían aparecer en los medios, y hablar sobre ellos, y no sobre si se convierten en TT o no, también ése es un debate obsoleto. Por no hablar de las miles de noticias, notas de prensa remitidas por agrupaciones y ONG que no aparecen por ningún rincón. Hoy la ONG SETEM difundía un informe sobre las armas financiadas por bancos españoles como BBVA o Santander. Sólo Periodismo Humano la difundía a las dos del mediodía.

Sobre publicidad podría tirarme hablando el resto de mi vida. Mi hermano, que es chico, y yo, aprendimos más o menos a la vez a poner lavadoras, cocinar, planchar o fregar los platos. A él se le da mejor que a mí, y es más pequeño. Así que no me pongan más anuncios sobre los detergentes y demás gilipolleces en los que sólo aparecen mujeres. Y si la mujer del futuro del anuncio de Neutrex, sigue siendo efectivamente mujer, ya ni te cuento. Podrán decirme, como excusa, que yo todavía no formo parte del público objetivo de esos anuncios, que miran a los adultos que todavía responden a ese modelo tradicional de familia, y que ellos no están para cambiar el mundo. Me voy al otro extremo, los anuncios de coche. Yo conduzco, mi hermano no. Cierto es que es más pequeño que yo, pero yo a su edad ya conducía. El coche que compramos el verano pasado, lo elegí yo, con mi madre. Todavía no he visto un anuncio de coche que no esté dirigido exclusivamente a los hombres. Yo no soy vuestro público objetivo aún, vale, pero no se han dado cuenta de que el modelo hace ya tiempo que empezó a cambiar, que mi padre también compra detergente, y muchos hombres, y las mujeres elegimos coches, y fijándonos en los mismos detalles técnicos que ellos. Y hay un anuncio más que me saca de mis casillas. Cerveza AMSTEL, los hombres sabemos lo que nos gusta. Claro, de toda la vida los hombres tragan cerveza mientras las mujeres consumimos Bitter Kas. Cerveza que desde luego, no pienso volver a consumir en mi vida, y espero que muchos conmigo.

La clase política. Este sistema bipartidista se nos queda muy pequeño. Pero a mí, y a una inmensa, inmensa mayoría. No queremos que el debate se centre en tú dijiste A, yo diré B, y viceversa, sino en un conjunto de propuestas positivas y beneficiosas para todos los ciudadanos. Yo no viví la Guerra Civil, considero imprescindible la Memoria Histórica para que todo deje de llevar un argumento enquistado, latente, que al final de las discusiones estalla en un "a mi abuelo lo mataron los rojos/los franquistas". Unámonos por las causas comunes, juntos contra el paro, la corrupción o el terrorismo, temas que son iguales para todos. Porque todos queremos que baje el paro, que acaben la corrupción y el terrorismo. ¿Tan difícil es entonces? Claro que las vías elegidas por unas y por otros son muy diferentes pero, cuando una funciona, ¿no podemos admitirlo y apoyarlo? Dejad de buscar en el historial que dijo el partido opuesto en una situación parecida, y pensemos en soluciones.

Y creo que por hoy ya es suficiente. Uf, qué alivio. La protesta es mía, el que se una es siempre bienvenido.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Me voy a bajar

El año empezó con algunos toques de humor, Merry Crisis y cosas por el estilo. Los bares siguen llenos y salvo los cuatro millones de parados, los otros cuarenta vamos tirando. La crisis sigue siendo algo un poco externo, algo de lo que hablan los medios de comunicación y que los españolitos vamos viendo en los locales que cierran, lo que se cuenta en los bares, los pisos en venta... Hay un terremoto en Haití y aún nos sobra espíritu solidario para mandar ayuda humanitaria. Elecciones parlamentarias en Irak, hay que ser idiota.

Y los meses van pasando, y muchos como yo nos vamos escurriendo entre la gente. Nos dejamos llevar por las conversaciones ajenas, las borracheras, los titulares de los periódicos. Y los gobiernos van cambiando, y los ecos conservadores se van haciendo más fuertes, como el sonido de sus tijeras. Unos cortes por aquí, otros cortes por allá. Y los bares siguen llenos. Al sonido de las tijeras se van uniendo gritos y algunas explosiones, aquí y allá, Atenas, Dublín, París, Londres. Que si Alemania paga, que si Grecia se hunde. Que si hay que recortar el sueldo de los funcionarios.

Ataques terroristas, lluvias en Pakistán, cólera en Haití, disidentes cubanos en España, etarras en Venezuela, suicidios de las bolsas, palestinos muertos de hambre, Obama dice, Merkel contempla, Sarkozy afirma, Zapatero desmiente, Berlusconi predice, Jintao calla. Que, que, que... me voy deslizando, y muchos como yo se deslizan, contemplan, contemplamos con la mirada atónita cómo la parrilla de Telecinco va engullendo cultura deshecha en forma de barbarie, vulgaridad, y mucho grito, mucho implante.

Todos los gritos toman forma, y la crisis empieza a masticarse, recortes sociales, más recortes sociales y sin comerlo ni beberlo, reforma laboral. Los dueños del capitalismo exigen la protección de los mismos gobiernos a los que echan de su sistema, la mano invisible ahoga, los millones de dólares, euros, pesos, yenes caminan rápido de las arcas del Estado a los agujeros de los bancos. Salvamos a los responsables de la crisis, para que ellos nos salven a nosotros, a los inocentes, o que nos sigan ahogando. Rescate, huelga general, paro, pensiones, congelación. Los aviones no despegan, por nubes volcánicas, huelgas o nieve. Y los bares siguen llenos. Y el mundo poco a poco va girando hasta darse del todo la vuelta.

Pero el instinto periodista sobrevive. Wikileaks, las presiones por las descargas, por el juicio de Couso, el islamismo radical, los vertidos de petróleo, la corrupción en todo el mundo y el carisma del futuro rey del mundo, chino. Y Jintao dice, Berlusconi contempla, Zapatero afirma, Sarkozy desmiente, Merkel predice, Obama calla. Pero el mundo no va a explotar, seguirá en su equilibrio capitalista perfecto, los gobiernos meterán mano a la invisible y dejarán hacer a la dictadura de los mercados. Wikileaks, el instinto periodista, la luz de la verdad que ha de llegar a todos los rincones es sólo una noticia más, el descubrimiento, la forma, y no el contenido.

Y he llegado hasta abajo, y muchos conmigo, vomitan, vomitamos. Y buscamos explotar. Acumular la rabia suficiente para exiliarnos en un voluntariado en Nepal, o en la Patagonia argentina. Allí donde no es dinero por dinero, sino compartir por compartir. Me salva, y a muchos conmigo les salva, nos salva, el instinto periodista, la lucha firme contra la mentira eterna, la corrupción y la asquerosidad de planeta que queremos cambiar. Todo por lo que un día empecé a estudiar, empezamos a estudiar, es mentira. Es sucio y gris. Pero yo tengo sólo veintidós años, y voy a cambiar el mundo. Y cuando sepa que es imposible, me retiraré. No es un canto a la esperanza, ni populismo, ni demagogia, es la necesidad de seguir creyendo en mí, y en la fuerza que mueve el mundo desde mis pies españoles hasta la plaza de Tiananmen. En la necesidad de creer en todos, en que la lucha de Saviano no es en balde, ni la de miles de personas que buscan la justicia en su día a día y creen las buenas intenciones de Assange.

Que cierre CNN en España, y que sea maravillosamente sustituido por un canal de basura veinticuatro horas, es sólo una metáfora de la realidad en la que yo, y muchos conmigo, no creen, no creemos. Por eso de ese mundo yo me bajo. Me bajo. No lo quiero, me repugna, me asquea, me da rabia y me da pena. Porque la generación que maneja el mundo no es la nuestra, ni la que queremos. Es la generación cansada, vendida y agnóstica, que llena los bares y habla, habla, habla y habla. Pero yo, desde aquí o desde Nepal, voy a cambiar el mundo, y muchos conmigo. Cambiaremos el mundo. El resto puede seguir danzando al son de la mano invisible, del gran hermano, o de la desigualdad que mastica catástrofes, cadáveres y basura. No me hacen falta, y a muchos conmigo, no les hace falta. No nos hace falta. Porque en 2011 Palestina pasará de puntillas por EEUU, y Europa seguirá en silencio, venderemos armas a Israel y nos colocaremos detrás de una pancarta por el Sáhara Occidental sin condenar a Marruecos, no restableceremos el Ministerio de Igualdad en un país en el que en cinco años han muerto 400 mujeres, más que por terrorismo en toda su historia, pero hablaremos mucho de ETA y de su fin o su rearme.

Manuel Azaña decía que si en España la gente hablara sólo de lo que sabe, se haría un gran silencio.
Esto es lo que yo sé. Y me bajo. ¿Quién se baja conmigo?